Thursday, August 30, 2007

BIB AZAHAR 12

LA CÁRCEL

Ni la tormenta se apiadará de mí.
Dejó su marcha el cielo despejado,
azul y claro
y al sol brillando heroico en las montañas:
había vencido.
Yo tenía un alma.
El agua, que cayó poderosa
me la llenó de surcos de tristeza
y los ojos de llanto.
No es que tema a la lluvia,
pero ella me conoce.
Me conoce bien,
¿Por qué no a mí, igual que al cielo limpio?
¿Por qué en mí no destella el sol, venciendo?

Había poco más allá una cárcel,
con techo de pizarra
y las paredes llenas de agujeros.
Quise entrar,
pero mis pies erraban el camino
y bastó el pensamiento.

¿Y tú tienes ganas de regresar aquí?
¿De ver de nuevo el mundo?
Sigue igual de oscuro y gris.
Te lo digo yo.
Cansado y sordo,
de luchar día a día
contra las mismas cosas.
Demasiadas cosas que jamás se escuchan.
¡Quédate ahí!
Una vez me lo agradecerás,
cuando veas que todo se derrumba,
cómo se hunde y enfanga,
que nunca más habrá luz.

Tu cárcel es mejor,
para salir te basta con romper
las rejas. Son papel.
Éstas no. ¡Quién sabe
con cuántos vicios se han forjado!,
y ya nadie tiene un Dios que las destruya.

Empezar otra vida, sin los hierros.
¿Dónde?, ¿aquí? ¡Vámonos lejos, a soñar!
¿Tú puedes todavía?
Entonces espera, llévame contigo.
Me hace falta tu mano.
Mil manos más con las tuyas.
Siento un cansancio salvaje de estar sola,
de hundirme. Me hundo cada hora,
cada instante.

Aunque sé que no me oyes,
presiento tu respuesta.
¿Mi mano? ¿Por qué yo? ¿Por qué nosotros?
Déjalo todo. Yo no soy valiente.
Tú tampoco.

La cárcel quedó arriba:
nunca entré. Tan solo el pensamiento.
Sueño…
*

Luz R. Rodicio.



Saturday, May 12, 2007

Bib Azahar 11

Los maizales

Volver a sonreír cuando las torpes
manillas del reloj se descompensan
y atrasan a sabiendas la llegada
de la siembra que estamos esperando.

Soltar la riendas del cabestro inútil
en la imaginación de los perdidos
silencios que tan sólo llora Ceres
y no llegan ni a herir el pie del cáñamo.

Volar sin red, para que la caída
no tenga más remedio que amarrarse
a los brazos de piel que se desprenden
como confetis de la vid añosa.

Volver, soltar, volar y no allanarse
porque la luz del alba se haga fértil
y esparza su semilla entre la hierba
y se llenen de vida los maizales.

*

Sunday, November 05, 2006

bibazahar10

MERIENDA LA TARDE DE REYES
Me cuesta tanto recordar tus silencios
-tu mirada perdida- vagando en el vacío,
tus manos ajadas, como rosas marchitas
en un jarrón sin agua
(la lejía, pensabas, lo desinfecta todo)
El torpe caminar de tus menudos pies
en un gastado recorrido,
siempre el mismo:
la cocina,
la huerta,
la pila de lavar.

Me duele tanto recordar
esa pícara sonrisa a media tarde
haciendo un chocolate
tan marrón, tan espeso
con una sola onza
casi, casi, tan vieja como tú
y leche en polvo.
(¡Dios mío cuánta fuerza
derrocha la imaginación, si la miseria
te pisa los talones!)

En la bandeja de cristal
–(¡eso sí era en tarde de Reyes!-
las tostadas crujientes, reservadas
con infinito celo,
en un papel de estraza
del pan que le robabas al almuerzo
durante la semana anterior.

Una merienda,
que todos esperábamos sentados
alrededor de una mesa, que crujía
como un atril desvencijado
por el peso de demasiados brazos.

Me cuesta recordar –cómo, a hurtadillas
aguardaba- balanceando su butaca,
como quien nada espera
(¡ah, no sabías que el brillo de tus ojos
delataba tu inquietud!)
que alguno de nosotros te dijera;
“¡Abuela, qué rico te ha salido!”
¡Es tan difícil darle la vuelta al alma
ahora que lo tenemos casi todo!

Pero, cada vez que paso
cerca de alguna churrería y escucho
una voz pregonando:
“¡Chocolate caliente!”
se me desboca del pecho el corazón
y recuerdo de nuevo
(me cuesta demasiado recordar)
cuando te levantabas
con tu menudo paso,
recogías las tazas y los platos
y nos decías en un susurro:
“Rezad ahora conmigo un Padrenuestro
por todos esos niños
que se mueren de hambre”.

(Con infinito amor a todas la abuelas)